Las lágrimas no caben, y sí un brindis de amor y solidaridad en una copa tan grande como su Patria, América Latina.
Chávez es de todos, de esta Cuba que lo amó y recibió como su mejor amigo y que también lo venera a través de su colosal vida y su obra que siempre fue para los suyos, ¡qué digo los suyos!, para todo un continente donde cada día germina la semilla de esa unidad e integración a la que tanto aportó.
Hoy estaría feliz, celebrando entre los miles de mensajes procedentes de todo el mundo e inmerso en sus misiones, rodeado de su pueblo, desbordando su alegría y humor característicos y dando lo que mejor supo hacer, su vida por la causa de los justos.
No hay sitio para la tristeza hoy, solo una desbordante marea, una brisa suave, pero firme, una lluvia de calmada e intensa celebración por haber tenido el privilegio de coincidir parte de nuestras vidas con la de Hugo Chávez Frías por quien hoy abrimos nuestros corazones para que nos siga iluminando con los destellos de su grandeza.